Crudo paisaje en Luisiana
Tardaron dos años en rehacerse de las secuelas del Katrina, el huracán que no solo asoló Nueva Orleans, sino también esta lengua de tierra al sureste de la ciudad, Plaquemines, en el delta del Misisipí. «Reconstruimos el negocio poco a poco. ¿Dinero? No, nunca recibimos nada», dice Len Johnson, con la mirada perdida tras sus gruesas gafas. «Y ahora esto.
Normalmente, los sábados esto está lleno de gente. Míralo ahora, no viene nadie». El negocio, que vende sobre todo gambas que los pescadores utilizan como cebo, rezuma tristeza en todos sus rincones.
Son las siete de la mañana en Empire, buena hora para salir a pescar. Pero las noticias sobre el vertido continuado de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon en el golfo de México, a solo 80 kilómetros de esta frágil y fructífera costa de Luisiana, han frenado casi por completo la llegada de visitantes que contratan barcos para hacerse a la mar.
Los pescadores profesionales tampoco salen ya, pues tienen vetado faenar al este del Misisipí, justo donde más gambas y peces hay y donde se expande la mancha de chapapote. «Puedes ir al oeste, pero ahí no tienes asegurada una buena captura», comenta Michael Hess en el puerto de Venice, el último pueblo del delta. Está preparando su barco para salir, pero no para pescar. «Nos han contratado para ayudar a limpiar el agua. Iremos 21 días seguidos, y nos pagan 200 dólares por día.
Así me llevo 4.000 [más de 3.100 euros], un consuelo por lo que está pasando».
SIN FOTOS ESCANDALOSAS / Hess ha visto ya mucho petróleo en alguna salida anterior. Faltan las imágenes, las fotos escandalosas, para demostrar al mundo el enorme alcance de este desastre medioambiental y económico. Seguramente, esas imágenes nunca llegarán.
De momento, los más de seis millones de litros diarios que siguen escapando de las tuberías rotas en el fondo del mar apenas han tocado tierra. Y si lo hacen, el petróleo llega muy diluido y con un color menos amenazador, un marrón tenue.
«El daño no es el que se ve, sino el que se está produciendo debajo de la superficie», decía un experto por televisión.
Los pescadores lo saben perfectamente. «Aún hemos podido traer gambas, hay bastantes. ¿Pero qué daño hará el petróleo en el futuro?», se pregunta Sandy Guthrie en la tienda de Empire. «Además, si nadie viene a comprar marisco, ¿para qué ir a cogerlo?». Se quejan los lugareños de algunos de los métodos para combatir la mancha.
Disolventes químicos llevan el petróleo al fondo del mar. «Pero cuando llegue un nuevo huracán, que tenemos a menudo, removerá el mar y todo se volverá a contaminar», dice Len Johnson.
Para el pescador Hess, es lo peor que se puede hacer.
«Abajo, en el fondo, está la alimentación de las gambas y los peces. Si lo cubres con esa mierda, ya no podrán respirar y todo se morirá. Rompes toda la cadena». De momento, en Empire y Venice celebran que los vientos están llevando la mancha hacia el este, a Alabama y Florida, alejándola de los valiosos estuarios donde se encuentran los cultivos de ostras, el producto estelar de la región, junto a la gamba. «Si llega a tocar las ostras, se necesitarán cinco, seis años para recuperar el cultivo. O más», augura Hess.
LA PEOR ÉPOCA / El vertido, además, ha llegado en la peor época. Mayo es el inicio de la temporada de pesca, época de crianza también. Y esta costa de Luisiana produce el 45% de las gambas que se consumen en Estados Unidos. Además, se teme que la gente, solo por miedo, ya no querrá comer marisco o pescado de la zona.
Esta mañana, Don Chearemie y Mike Fenasci, de Nueva Orleans, son de los pocos que acaban de comprar gambas y salen a pescar con sus cañas. Hace dos semanas, se hicieron con 15 kilos de trucha y 60 piezas de corvina. «Luego las regalamos a gente de la ciudad que las necesita. Pero la semana pasada ya había muchos menos peces. No sabemos qué pasará hoy, pero de momento seguiremos viniendo. No podemos traicionar a toda la gente de aquí», dicen ambos, que piden que BP, la compañía responsable de la plataforma, pague los daños. De momento, tendrá que abonar al menos 75 millones de dólares (59 millones de euros).
Donde Pecar: Carlos Martín del Campo R.
Fuente: www.notimex.com