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XXIX Torneo Club Lobina Negra de San Luis Potosí, A.C.

 

Presa Vicente Guerrero, en el estado de Tamaulipas
los días 29 y 30 de noviembre del 2008

Por: Manuel Lamadrid

 

Desde la lancha de César Madrigal…

 

“La experiencia no es producto del envejecimiento,
sino de la planeación y ejecución constante y consciente que permite

aprender de las consistentes fallas y eventuales aciertos”

 

Tres fechas del “Décimo Circuito Nacional de Pesca de Lobina” y seguimos sin lograr un primer lugar. Si tuvieron la amabilidad de leer la anterior reseña de su servidor, sabrán que en el torneo pasado organizado por el club Rotarios quedamos en segundo lugar. Debo aclarar que no se trata de que despreciemos esa posición en absoluto, pero vale decir que dado que formo equipo con César Madrigal, varias veces campeón nacional y seleccionado mexicano, tenemos aspiraciones válidas de participar y quedar en un buen lugar en la final y para ello necesitamos empezar a terminar en primeras posiciones. Si para el torneo pasado nos preparamos a conciencia, puedo decir con toda sinceridad que para éste por lo menos doblamos el esfuerzo y los cuidados.


Preparación previa:

 

XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis PotosiDedicamos tres días de mucha intensidad al trabajo previo: El primer día pasamos la mañana fuera del agua repasando patrones estacionales, analizando condiciones, eventos climáticos previos y estudiando mapas. Después fue tiempo de observación en el agua y finalmente, los dos días previos al torneo, prueba de los patrones y estrategias elegidas pescando en la presa de las 6:00 am a las 8:00 pm.



 

Sabíamos que el “threadfin shad” debía haber desovado recientemente en los ríos alimentadores y las orillas de la presa. De hecho, la estrategia que usamos el torneo pasado que se desarrolló en la misma Vicente Guerrero fue buscar la lobina junto a los sitios de su desove.

 

Para esta ocasión (4 semanas más tarde) la idea era identificar las rutas migratorias que seguirían estos peces de las orillas hacia el vaso de la presa y ubicarlas en los mapas, determinando lugares con buena cobertura y fondos de medio a profundo donde era probable que la lobina grande estuviera emboscada esperándolos.

 

XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis Potosi

 

Un favor: los que no gusten del rollo sáltense la siguiente parte, que francamente incluyo porque a mí me gusta. Debo decir que no somos biólogos ni pretendemos serlo, pero con mucha humildad y aceptando el riesgo de equivocarnos compartimos los datos que obtuvimos estudiando, mismos en los que creemos puesto que los hemos validado pescando lobinas, que pudieran ser interesantes porque pensamos que definen el comportamiento del pececillo que nos sugirió el patrón para esta ocasión.

 

El “topote” o “threadfin shad” (incluso a veces llamado equivocadamente “cuchilla”) cuyo nombre científico es “Dorosoma Petenense”, es un pez herbívoro que incluye en su dieta zooplankton y cuando la oportunidad se presenta, crías de otros peces. La subespecie que se encuentra en México vive en promedio 2 años (4 como máximo) y llega a medir 20 cms de longitud. Es un pez pelágico (se mueve en un amplio rango de la columna de agua), nerítico (se relaciona con la estructura del fondo o plataforma acuática), anadromus (hace migraciones periódicas para desovar de un punto a otro del cuerpo de agua en donde vive o incluso del mar hacia los ríos) y puede habitar en agua dulce, salobre o salada.

 

Desarrolla su vida en profundidades que van de los 0 a los 15 metros, moviéndose principalmente en grandes cardúmenes. Específicamente, sube cerca de la superficie para desovar dos veces al año, siempre en primavera y frecuentemente en otoño cuando la temperatura es adecuada, adhiriendo sus huevos a plantas, palos y otros objetos.

 

Es una de las principales fuentes de alimento de la lobina en la presa Vicente Guerrero. Su color es plateado y su tamaño medio en México se reporta entre 10 y 15 cms. Tienen aletas de color marrón y un punto negro atrás de las agallas. Conocer esto es importante cuando tenemos que decidir cual señuelo usaremos para imitarlos.

 

La relevancia de este pez es que la lobina lo persigue todo el año y por lo tanto, cuando migra para desovar en los bajos también lo sigue. El patrón que específicamente seguimos en este torneo era localizar cardúmenes de topotes que después de desovar vuelven al vaso de la presa siguiendo rutas donde pueden esconderse de la lobina que los espera emboscada: canales de arroyos, matorrales aledaños a antiguas brechas y en general cualquier medio que les permita defenderse de sus depredadores.

 

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Otro dato para recordar es que durante sus migraciones de regreso de las zonas de desove se relacionan con el fondo, por lo que es fundamental trabajar señuelos que se muevan rápido y profundo.

 

Los días previos al torneo fueron muy estables en términos de presión barométrica y condiciones climáticas, con algo de viento. Sin embargo para el domingo, segundo día del torneo, estaba pronosticado un frente frío importante (que por cierto nunca llegó). Por todo lo anterior la expectativa era encontrar a las lobinas muy activas por lo menos el sábado.

 

Ubicadas las zonas de desove del topote estudiamos los mapas e inspeccionamos visualmente el terreno para identificar los lugares donde este pez se pudiera ocultar (en gran número, en cardúmenes grandes) y donde la lobina pudiera emboscarlos. Las respuesta: las zonas de transición (“edges” como dicen los americanos) particularmente estrechas. Probamos 16 lugares y encontramos 4 puntos muy productivos, dos con cruce de brechas y 2 sin cruce pero muy cercanos a aguas profundas. Extraordinariamente productivos. No buscamos zonas de seguridad. Solo queríamos apostar por el primer lugar.

 

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Después de localizar las probables rutas en el mapa seguía validarlas en la presa, utilizando el sonar para constatar que éstas existieran y que las zonas presentaran actividad alineada con nuestra teoría. Pasamos todo el jueves revisando probables rutas (canales de arroyos, brechas, etc) y luego marcando con el sonar aquellas que cumplían tanto con la parte teórica como experimental de nuestro patrón. Ubicamos boyas, las señalamos en el GPS y las pescamos para validar su productividad.

 

Algunas de ellas mostraban actividad interesante, otras sólo espacios sin tránsito de lobinas o de peces para el caso. Fue interesante inspeccionar visualmente las zonas donde esperábamos encontrar peces “carnada” y darnos cuenta con el sonar que la lobina estaba cerca.

 

En esta ocasión, casi todas eran áreas de agua clara que seguían el curso de algún canal de la orilla al centro de la presa.

 

 


Fase de búsqueda:

 

XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis PotosiLos pasos de esta etapa fueron los siguientes:

 


• Determinar el patrón: “Cuchillas” cerca de cobertura en canales y pasaje estrechos, en grandes cardúmenes y agua muy clara.


• Inspeccionar las zonas visualmente y con el sonar para ubicar puntos probables


• Determinar en mapas por cercanía a agua profunda los lugares más atractivos. Primero por sonar visualizando zonas de actividad y eliminando agua, entendiendo la profundidad de actividad y su amplitud y persistencia.

 

Luego con ello decidiendo la presentación y señuelos: paletones a de 16 a 18 pies (línea calibre 8 con varas largas de 7 o más pies y riles súper sintonizados) con señuelos color cuchilla y como alternativa arreglos “shakey head” color blanco plata.

 
• Probar los puntos y marcar las zonas a detalle, tratando de entender y pronosticar el movimiento de la cuchilla durante el día y de la lobina, incluyendo sus horas de actividad.


• Repetir al día siguiente para entender la consistencia del patrón en cada punto seleccionado.

 
• El sonar fue clave para localizar los puntos y su profundidad y marcar las rutas en el GPS para definir la dirección del tiro largo con el paletón y tener oportunidad de acceder a fondos de 16 pies.


• Encontramos varios puntos productivos, cuatro de ellos muy consistentes y con captura de lobinas de muy buen tamaño o mordidas muy sólidas durante la práctica, con mucha actividad registrada en el sonar y visualmente. Estábamos muy confiados y seguros, aunque con la sensación en el estómago que te dice que algo puede salir mal.

 

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XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis Potosi

 

 

Desarrollo del torneo:

 

XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis PotosiSalimos poco después de las 7:00 am, arrancando en el décimo segundo lugar y acompañados por Domingo, camarógrafo y editor del programa “Con Caña y Carrete”. El día estaba medio nublado y con poco viento.

 

Hacia las 7:20 estábamos llegando al arroyo de “la llanta”, derivación del río Corona, e iniciamos la pesca. La verdad, César Madrigal (mi compañero) es una máquina pescando. Más allá de lo que pudiéramos haber planeado y esperado, a la hora buena yo no sé lo que hace César pero el hecho es que sacaba una lobina detrás de otra. Para las 9:30 am estábamos dejando el río con más de 8 kgs y lo mejor estaba aún por venir.

 

Nos lanzamos al siguiente punto, al norte de la presa. A las 9:45 ya estábamos pescando y César seguía capturando todo lo que valía la pena en términos de tamaño. Entre las 10:00 y las 11:00, dejámos ir tres lobinas grandes que desgraciadamente prendieron a casi 40 metros de la lancha y no pudimos acércalas. No exagero diciendo que perdimos más de 11 kgs entre las tres. Una de ellas, hizo que César dirigiera más de un improperio (“mentada”) contra el animalito. De repente gritó “la red!!!!!”, solté mi caña, recogí la red y para cuando estaba listo César traía la cara demacrada y no hacía más que decir que acabábamos de dejar ir el torneo… el “bicho” había tomado el señuelo y después de sacar línea de dos tirones reventó el sedal de 30 libras que traía el carrete. Yo le repetía que se calmara, que seguramente pescaríamos algo mejor, cuando de repente el infeliz pescado dio un salto para sacudirse el curricán que todavía traía ganchado en la boca. Todo el cuerpo fuera del agua como a 25 metros de nosotros. Ni idea de cuanto pesaría pero ciertamente era bastante más grande que cualquier otra cosa que hubiera en nuestros viveros.

 

Pero César es una máquina (suena a repetición) y antes de las 11:30 ya había subido una lobina de 4.090 kgs, que según yo sería el golón del torneo.

 

Seguimos pescando y sustituyendo lobinas, para regresar a las 4:00 pm a la báscula con 13.760 kgs; más de 4 kilos por arriba de Mario Alanís y Jaime Chapa que terminarían en segundo lugar. Eso sí, Jaime le quitó el golón a César con una lobina de exactamente el mismo peso de 4.090 kgs, pero tomando el primer sitio por haberla presentado primero al pesaje.

 


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César estaba nervioso. Pensaba que el domingo podíamos caernos y perder el torneo. Yo no, porque tenía mejor compañero.

 

A las 7:00 del domingo estábamos puestos esperando nuestro turno de salida, con dos de los lugares que habíamos elegido en la práctica aún sin haberlos tocado. Del frente frío que se suponía entraría nunca supimos nada.

 

No quiero decir mucho porque el resultado fue el que yo deseaba: terminamos la sesión del domingo con 12.100 kgs para sumar 25.860 kgs que comparaban con 14.760 kgs del segundo lugar.

 

Quiero agregar que hacia las 11:45 de la mañana de ese domingo, César sugirió que cambiara el color del señuelo que traía porque ya hacía rato que no sacábamos nada de tamaño meritorio. Lancé el curricán más de 40 metros hacia la orilla del canal que me indicó… Como dijo mi compañero, empecé a decir “César… César… César…”, quedito porque no me lo creía y porque no quería que el bendito pescado que traía en la otra punta del sedal se me escapara o porque no quería creer que de verdad estaba grande. Para mí el tiempo fue eterno. De repente ví que César traía la red y que la lobina ya estaba dentro: 4.860 kgs. Con éste pez ganamos también el golón del torneo y como más tarde le dije al buen Jaime, “van a disculparnos, pero con mucha pena esta vez nos tocó a nosotros…”.

 

XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis Potosi

 

Fue un fin de semana extraordinario. Me caí dos veces al agua: una por atrapar mis anteojos (que por cierto perdí) y otra por hacer que una lobina de César quedara dentro de la red (que por cierto Domingo, camarógrafo de Con Caña y Carrete, filmó y se dio gusto pasando la repetición en su programa). Por primera vez en mi vida gané un torneo importante, por primera vez me tocó sacar el pez más grande, por primera vez me dí cuenta de lo que vale ser compañero de pesca del buen César, pero por sobre todo, ese día conocí plenamente a mi amigo César: preocupado, optimista, conocedor, tranquilo, inseguro, bromista, feliz, sabedor y plenamente humano. Por sobre todo, plenamente humano… con toda la sabiduría necesaria para reconocer que la vida se disfruta viviéndola, paladeando el contraste amargo del error y el fruto de la sabiduría.

 

XXIX Torneo Club de Lobina Negra de San Luis Potosi

 

¡Gracias!

 

Especiales felicitaciones para los señores Castañón, buenos amigos y mejores personas, y para todo el equipo de pescadores del Club de Lobina Negra de San Luis Potosí.

Por Manuel Lamadrid

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