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Relato de pesca No. 13. Expedición Aguamilpa, Nayarit
Rafael Malpica. Fotos: Alejandro Pérez Arteaga y RM

 

www.newbassaguamilpa.com

 

 

 

 

Aguamilpa, Nayarit, México, 3 de marzo de 2011, México Ambiental.- La tarde cae al pasar Plan de Barrancas. Dejamos atrás la congestionada Guadalajara, capital de Jalisco y nos enfilamos rumbo a Ixtlán del Río, ya en el estado de Nayarit. Más adelante nos detenemos en Tepic a estirar las piernas y cargar gasolina. Después de posponer una semana nuestra salida, por fin recorremos los últimos 44 kilómetros que nos separan de la cortina de la presa de Aguamilpa, un verdadero coloso de hierro y concreto de 187 metros altura y 660 metros de longitud, que contiene el caudal de los ríos santiago y Huaynamota, y afluentes, y más de 7 millones de metros cúbicos de agua en un embalse que mide más de 50 kilómetros de longitud. ¡Y por fin llegamos!

El trayecto previo es a través de una carretera angosta entre campos de cultivo de limón, mango y caña de azúcar. De ida, el río Santiago discurre del lado izquierdo, pero la noche no permite apreciar nada. En la camioneta vamos Alejandro Pérez Arteaga, el camarógrafo Sergio Arciniega, Ignacio Gaytán que nos ayuda en aspectos de transporte y logística, y yo. Vamos en silencio. Sumidos en nuestros pensamientos. Cada uno en lo suyo. Unos kilómetros antes de la cortina una comunidad y luego los señalamientos a la cortina, al comando militar que resguarda la presa y al vertedero. El ladrido de un perro nos avisa que llegamos y a la vuelta de una curva, el embalse. Del lado izquierdo la inmensa cortina bien iluminada y resguardada por militares. Nos paramos un instante a admirar esta obra de ingeniería y aceleramos el paso hasta el hotel. La bienvenida a New Bass es cálida.

Con su amable sonrisa y carisma, Humberto Ledezma nos recibe a la puerta de su pequeño pero acogedor posada. A fuerza de trabajo, de ahorros y de la solidaridad de su esposa, ha podido edificar este pequeño espacio donde nos acomodamos. ¡Cuántas historias de pesca colgadas de la pared! Yo creo que ningún pescador deportivo de lobina que haya ido a Aguamilpa ha dejado de pasar por estos pasillos. Alejandro está sorprendido porque desde la última vez que estuvo allí, Humberto ha podido construir una pequeña cocina, el bar y una terraza que es de uso comunitario. Después de cenar, nos despedimos. La idea es salir temprano y la pesca está garantizada porque Humberto nos acompañará.

 



En el cuarto, Alejandro y yo preparamos equipos y dejamos todo listo. El plan es pescar con hawaianas, Texas, jigs, waky, shaky head, y paletones de mediana profundidad. Él usaría además football jig, y biffle head. La noche se refresca un poco.

 



Como estaba previsto, la alarma de los celulares suena y de inmediato empezamos lo que esperamos sea una excelente jornada lobinera. Humberto nos baja en su camioneta al embarcadero. Mi tocayo, Rafael (rafita dice la banda lobinera del DF) será nuestro guía y en la otra panga el jefe es Diego, un muchacho que apenas empieza.

En el embarcadero notamos el movimiento de personas y lanchas. Hay una pareja de indígenas de la región que hacen evidente que estamos en Nayarit. En esta parte del estado, el más económico y ágil medio de transporte son las pangas. La música de las combis del transporte público suena fuerte y el olor acre de Aguamilpa se nos trepa a la nariz.
 


La pesca la inicié con un arreglo Texas con un wide gap, una Kistler Magnesium TS medium heavy casting, carrete Caenan 101 de Shimano y línea trenzada de 50 libras; luego cambié a shaky head. En las otras dos cañas monté un paletón mediano y una hawaiana. Mi primera lobina fue un hermoso ejemplar de 1.300 kilogramos que me hizo pensar que esta expedición a Aguamilpa sería increíble. Durante el día los plásticos que utilizamos fueron perritos, lombrices de 6" y 8", lagartijas de 6" y 8", grubs de 8", cangrejos de 3.5" y 4.5".

 



En términos generales este primer día de pesca, el 2 de marzo, fue sin contratiempos. Mucho sol. Calor seco. La temperatura del agua más bien cálida y capturas pegadas a la orilla aunque al paso de las horas las lobinas buscaron más profundidad. Al bajar el pique, Alejandro sugirió usar perritos verdes montados en shaky head. ¡Y vaya que funcionó! Hacia las 2 de la tarde paramos y Humberto nos llevó a una pared que sirve como refugio de aves y que es, quizá, la única sombra en muchos kilómetros al derredor. Allí el rafita nos preparó unas quesadillas deliciosas y Alejandro capturó un buen par de lobinas. Un verdadero privilegio comer desde donde lo hacen las aves que son realmente las dueñas de Aguamilpa, junto con las lobinas

 



La jornada terminó con más de 130 lobinas de diferentes tallas y pesos entre los tres. Hacia las cuatro de la tarde Humberto debió dejarnos y aprovechó el regreso de Sergio y Nacho. Hasta ese momento había levantado probablemente 60 lobinas. Alejandro, más allá de las 7 de la noche, contabilizó 47 ejemplares y yo 26, entre ellas un pez plateado que midió algo más de 18 pulgadas y pesó 1.900 kilogramos ¡Exactamente lo mismo que la de Zirahuén!

 



De regreso al hotel, Humberto y su esposa nos esperan con una cena deliciosa. Bisteces asados, guacamole, salsas, refrescos fríos y el famoso chicharrón de lobina, es decir, tiras de carne rebozadas y fritas. Por más que hice el esfuerzo apenas pude pasarme una tira y nada más. Un par de cubas de Bacardí blanco con Coca Cola y limón, y de regreso al cuarto. A dormir.
 


Hoy por la mañana Sergio y Nacho se salieron más temprano a levantar en video unas imágenes que necesitamos. Bañados y peinados, Alejandro y yo grabamos un poco más tarde. Después del desayuno ligero, de nuevo al agua.

La jornada no fue distinta a la previa. Alejandro y Humberto le pegaron una tunda a las lobinas y sin contar. Alex capturó un ejemplar de 2.270 kilogramos y varias más de entre 1 y 1.700 gramos. Yo decidí superar el día anterior y terminé con 28 lobinas, muchas de entre 1 y 1.500 kilogramos, una de 1.660 y otra de 2.300 y algo menos de 21 pulgadas, que capturé por la mañana con una hawaiana en blanco y chartreuse. Es mi nuevo récord. Otra vez, Humberto, Nacho y Sergio se adelantan.
 


Pasadas las tres de la tarde regresamos a New Bass, donde nuestro anfitrión y su esposa nos esperaban con una generosa porción de ceviche de camarón.

Son poco más de las 4 de la tarde. No queremos partir pero debemos hacerlo. Quedamos con Humberto en regresar en abril que es, dijo, la mejor época del año en Aguamilpa. Nos despedimos de su esposa. Sus hijos Chebo y Lupita nos sonríen de lejos. Con las cosas ya en la camioneta, damos un abrazo y un apretón de manos a Humberto por su inestimable ayuda para  hacer nuestra parte de trabajo en esta presa. El calor es todavía intenso y, aún sin partir, creo que las cuatro ya extrañamos Aguamilpa. Las despedidas no me gustan. Nunca me gustaron.

Ahora sí, el Santiago, a la derecha, nos ve salir de este pequeño cañón donde se construyó la cortina de la presa de Aguamilpa. Dentro, las tres turbinas montadas en serie generan 960 megawats de energía eléctrica. Arriba de Aguamilpa siguen en proceso de construcción las presas El Cajón y la Yesca, apenas 3 de las 27 presas que se pretende construir en el Sistema Hidroeléctrico Santiago, uno de los más importantes proyectos gubernamentales de generación de electricidad que se abastece del río Santiago, uno de los más contaminados del país, que nace en el lago de Chapala y que lleva todas las inmundicias de Guadalajara, León y demás poblaciones, hasta la desembocadura en el Océano Pacífico.

Nos esperan siete largas horas de camino pero Nacho está relajado y dispuesto. En el camino los cuatro platicamos incidentes de pesca y la magnífica atención de Humberto Ledezma. La carretera de regreso sin mayor problema. Yo me  peleo con el adormecimiento de las piernas pues el espacio atrás es reducido. En un instante hago memoria para recordar mis capturas de estos días y casi siento entre los dedos el jugueteo de la lobina con los plásticos. Pero sobre todo pienso en lo magnífica que es la naturaleza que, no obstante toda la porqueria y demás porquería que echamos a los ríos, mares, arroyos y lagunas, aún es generosa con nosotros y nos regala estampas magníficas como las de ahora, con chachalacas entre el bosque seco de la zona, o el martín pescador listo a zambullirse, o el vuelo majestuoso de las gaviotas y los rabihorcados, e incluso los dos cocodrilos americanos (Crocodylus acutus) de entre tres y cuatro metros que tuvimos ocasión de grabar ahora, antes de escabullirse.

Sí. Le hemos hecho mucho daño a la naturaleza mientras ella, aún así, nos da a manos llenas. Pienso que es injusto. También pienso en las personas desplazadas de estas tierras y en los muertos durante la construcción. ¡Y cómo no pensar en los muertitos que, dicen, realmente cuidan la presa!

Antes de la medianoche llegamos a Morelia. Ya estamos en casa. Es cuanto…


 

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